Nikita en el mirador de Camarmeña, Cabrales.
Ya ha pasado algo más de un mes, desde el día que fui a buscar mi Varadero, a Teixeiro.
El viaje de ida, fue en coche con mi amigo Javier, también motorista y muy competente.
Fue una mañana de nervios, pues no veía el momento de llegar y poder sentir la nueva moto, de
subirme a ella y conocerla.
Llegamos a eso de las 2 de la tarde y antes de nada nos fuimos a comer. Allí, muy cerca de donde la tenía que recoger, disfrutamos de un buen menú y nos reímos pasando un buen rato.
Llegó el momento de ir en busca de mi joya. Fuimos a casa de Luis, el chavál que me la vendió y nos recibió su mujer, pues el tardaría unos minutos en llegar.
Y si, allí estaba espléndida, maravillosa, preciosa, imponente, esperando a que la saludara y la llevara conmigo, para darle algo de vidilla que le habían negado los últimos tiempos.
Me había enamorado de ella, nada más vi la primera foto. Era de un anuncio y según la vi, fue un auténtico flechazo. Tenía que ser mía y así fue. Es como si me hubiera estado esperando todo este tiempo, tranquila a que pasaran acontecimientos. Ese día llego y allí estaba yo por fin, para recogerla.
Al primer toque de botón arranco sin problemas, pero estaba fría. Como no sabía de su tirador para cuando está fría, le aguanté el puño un poco, durante apenas unos segundos, hasta que ella sola mantenía el ralentí.
Fue toda una alegría disfrutar de ese sonido, tan especial y contundente, un rugido poderoso que hacía presagiar lo mejor, de un motor que es todo poderío y a la vez suavidad.
Después de la despedida de Luis, su esposa y su familia, nos marchamos para parar en apenas 2 km para echar la primera carga de gasolina. En ese momento aprovechamos para recoger allí mismo las maletas que le compré a otra chaval, también de la zona, matando así dos pájaros de un tiro.
Las maletas se vendrían a Oviedo en el coche de Javier y yo solo sobre mi flamante Varadero, conociéndola y sintiendo las primeras impresiones. Me gustó desde el primer momento. Su respuesta al puño, su fortaleza y su agresividad, también la suavidad que a pesar de ser nerviosa también la tiene, solo hay que saber tratarla, con cariño y será suave, muy suave.
Nikita en la carretera de Las Estazadas, Cabrales.
Las primeras impresiones son que además de tener, una postura muy cómoda para llevarla, tiene un temperamento muy fuerte. Se levanta por menos de nada como no controles. Pero es maravillosa.
Una cosa he notado, algún pequeño roce que produce algo de vibración y en ocasiones se queda un poco frenada. Me imagino que algo de rodamiento. Lo que más tarde se confirmó. Era uno de los rodamientos de la rueda trasera.
Frenada combinada a la que hay que acostumbrarse, pero no deja de ser muy sencilla. Basta con frenar como si fuera una normal. Es decir, los dos frenos a la vez repartiendo al gusto.
Buena protección aerodinámica excepto en los pies.
Muy suave si consigues hacerte con el tacto. Etc. Etc.
La amortiguación estaba algo blanda, pero fue solo cuestión de regularla. Algo que me costó. Pues se regula en pre-carga e hidráulico. Para encontrar un buen equilibrio hay que jugar con las dos. Una vez resuelto es fenomenal.
En fin una muy buena moto, completa y muy cómoda.
Nikita en Soñin, en el parque de Picos de Europa. Puerto de Onís y Gamoneu
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